jueves, 12 de enero de 2012

Noche clara.

No se si es la noche o la clara luna,
que hacen de mis noches una tortura.
Es tal vez tu cara o tu dulce ternura,
lo que a mi vida le da un poco de cordura.

No se si es el Sol o el brillo el día,
que a mis sueños brindan tal alegría.
Es tal vez tu amor o tu pequeña sonrisa,
lo que a mi camino muestra una sola salida.

No se si es el cielo o los cuerpos celestes,
que a mi destino ciega sin algún tormento.
Es tal vez tu aliento o tu gran esmero,
lo que a mi corazón brinda un gran anhelo.

No se si es el viento o la brisa marina,
que a mi boca trae una gran melodía.
Es tal vez tu vida o tu hermosa compañía,
lo que a mi día trae una felicidad desmedida.



Anna

martes, 10 de enero de 2012

Es cuestión de paz y de mucho más.

No es cuestión de orgullo, porque el orgullo quedó atrás ya hace un tiempo. No es cuestión de obligación, porque no existe. No es cuestión de egoismo, porque simplemente no encaja.

Mi situación es cuestión de paz.

El perdón es muy hablado por los expertos (y los no tan expertos) y de lo que se habla, generalmente no se llega a una conclusión. Esta versión simplemente son palabras de un escritor desesperado.

La primera vez que lo intenté, aparte de culpa, tuve miedo. Miedo de saber que cometí un error que me costaría una amistad (o tal vez más de una). Miedo de conocerme a mi misma. Miedo de conocer a los demás; conocer el lado de las personas que no siempre sale a relucir. Miedo al rechazo. Miedo a la soledad. Miedo a aceptar.

La segunda vez que lo intenté lo dije de corazón, con un tiempo pequeño de haber reflexionado lo que había sucedido. Para ese entonces ya me había arrepentido de todo unas mil veces y otras mil veces más pensando en todas las consecuencias que iba a desencadenar esta acción. Dicen que uno trata de expiar las culpas con los demás pero, en mi caso no aplica. Considero y conozco la razón de mis actos, reflexiono y veo al pasado de vez en cuando (y tratando de no mirar) y me doy cuenta que cargarle la culpa a los demás no ayuda a nadie y menos a mí. No me ayuda a crecer como persona y aprender de las cosas que sucedieron en el pasado.

No lo he intentado una tercera vez. El elemento del miedo me mantiene distante. No tengo argumentos, ni excusas, ni razones... nada. No tengo ni cara para presentarme ante ella y pedir un perdón. No lo espero pero lo necesito. ¿Qué si me duele? Claro que si. Sufro al verla y sufro por pensar en todo lo que pasó y en lo que causé. No pretendo vivir con este sufrimiento eternamente pero ya me dí cuenta que no soy yo la que decide eso sino el tiempo.

Si llegara a leer esto me gustaría que supiera que, de verdad, le pido perdón. No es fácil. La extraño sin duda y quisiera volver a hablar con ella. Creo que fue la única persona, que en toda esta situación, le descubrí sentimientos que no había visto en alguien. Se que mis deseos de volver a construir lo que rompí son imposibles y con una justa razón pero la quiero y la quiero con el alma y con el corazón y nada me cuesta creer en mis imposibles.


Anna