lunes, 24 de agosto de 2009

Esperaré en la tormenta.

Una situación en la que el corazón se aprisiona,
pensando en que un momento en la cuerda floja,
podría determinar una situación de la imaginación.

Un manojo de hormonas atacan contra el sistema,
un hombre con la esperanza de un mundo mejor,
se siente frustrado ante la gran muralla de dolor.

Incompresión sale del alma y el espíritu,
pero no es un tercero el que provoca el sentir,
si no la misma presencia que lo transmite.

Los ojos reciben el amor y la pasión,
pero así tambien, dolor y resignación.
Una solución en el camino encontrará.

El Sol parece ponerse dentras de la colina,
una imagen muy trillada y conocida,
un momento de mas de mil y un palabras.

Veinte mil lagrimas recorren un par de rojas mejillas,
un corazón destrozado recorre las venas del cuerpo,
una descarga eléctrica recae sobre su cuello.

Una impotencia se recibe de los sentidos,
esa misma que siente el espíritu,
la descepción es la que se asoma por la ventana.

Espera sentada en una silla de madera,
asomada hacia el rincón mas esperanzado del cielo,
esperando un rayo de luz en el desierto.


y... esperaré.

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